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sábado, septiembre 05, 2009

El pueblo indignado en la calle


Por: Miguel Sanmartín

Se intensifican las muestras de inconformidad contra el abuso, barbarie, cinismo e injusticia

Año intenso en conflictividad el que transcurre. No sólo porque aumentó el número, frecuencia, intensidad y los espacios de la protesta ciudadana sino porque también se multiplicaron los motivos del descontento popular. Siendo el rasgo más resaltante, recurrente y preocupante para el régimen opresor-represivo que esta oleada de reclamos tiene como protagonistas a sectores sociales-laborales hasta ahora "consustanciados" con la oferta (insatisfecha) de redención (compra-conciencias) del Comandante Hiperlíder Paseante y su "proyecto" estatista-castrocomunista.

Las marchas y protestas de hoy no sólo proclaman consignas políticas o expresan repudio contra un caudillo y su régimen forajido, cínico, fabulador, segregacionista, nefasto, ineficiente, corrupto e infamante. Delatan la indignación, frustración, desesperanza, angustia, incertidumbre e impotencia de toda una sociedad (defraudada por un régimen inmoral con pretensiones hegemónicas a perpetuidad) agobiada por el agravamiento de los males y carencias que le prometieron serían resueltas para su dignificación y mejor nivel de vida, lo cual no ha ocurrido.

Hoy se intensifican las demostraciones de inconformidad contra la barbarie, injusticia, desigualdad, violación de los derechos ciudadanos y libertades públicas. También en rechazo a la promulgación de leyes totalitarias, contrarias al espíritu de la Constitución y vocación democrática del venezolano. Y es significativo y resulta muy inquietante para el régimen la constante incorporación a estas protestas de sectores antes "patria o muerte" con el Comandante Hiperlíder (cuando no las organizan ellos mismos), en defensa de necesidades fundamentales: seguridad, vivienda, trabajo, salario digno, salud, educación, agua, electricidad, transporte, vialidad y otros servicios básicos hoy deteriorados o inexistentes.

Este legítimo y efectivo recurso ciudadano -protestar pacíficamente- debe ser potenciado y extendido. Es el instrumento idóneo de la sociedad democrática (opositores y oficialistas de espíritu libre) para expresar su compartida indignación-desaprobación contra, primero, el golpe de estado propinado a la Constitución y, segundo, rechazar la imposición de un proyecto político militarista, anacrónico e ilegal, cuyas nefastas consecuencias tienen sus más dramáticos ejemplos en Cuba, Zimbabue, Corea del Norte, etc.

Los tiranos tratan por todos los medios de impedir la protesta ciudadana. Y eso es lo que viene. La indignación es mayúscula. Incontenible. Porque le temen a la sociedad activada, los autócratas no toleran el reclamo popular. Les aterra la resistencia y el rechazo contra sus modelos estatistas (este, además, es comunista). Contra sus desafueros, pretensiones hegemónicas y las fatuas consecuencias de sus dislates e inconvenientes relaciones. Hoy más que nunca las calles son del pueblo.

msanmartin@eluniversal.com