
La actual situación de Venezuela claramente podemos graficarla de un oscuro gris plomo. ¿Obligatoriamente debe ser así o podría ser de un dorado radiante? ¿Tenemos los venezolanos los recursos y las capacidades para vivir muchísimo mejor que ahora? La respuesta a ésta interrogante es obvia. ¿Qué debemos hacer para cambiar ésta desagradable situación? Hay muchas formas, pero podríamos comenzar por transformar el plomo de un gobierno autoritario, bárbaro y primitivo encabezado por un hombre incapaz de gobernar su indócil y envenenada lengua, por el oro de un gobierno respetuoso de la dignidad de las personas, de las libertades y derechos humanos, que promueva la iniciativa, la creatividad y productividad de todos y cada uno de sus ciudadanos y no pretenda imponerles normas de conducta e ideologías absurdas, que los propios líderes de ese gobierno no practiquen.
Para que Venezuela sea una nación verdaderamente democrática, independiente y capaz de desarrollar sus potencialidades y que sus habitantes vivan satisfactoriamente y en armonía, su gobierno no puede estar en manos de gente cegada por la perversidad, la codicia, la deshonestidad, la violencia, el odio y el deseo insano de causarles perjuicios a sus conciudadanos. Gente irresponsable, incapaz e incompetente no debe dirigir un país.
Es momento propicio para que nos dediquemos a hacer alquimia para Venezuela.
Jorge Ramírez Fernández
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Barcelona Anzoátegui