NINGUNA AUTORIDAD POR MÁS PODEROSA QUE SE CREA PUEDE ATENTAR CONTRA TUS DERECHOS UNIVERSALES

sábado, abril 11, 2009

"La tolerancia no puede hacernos perder el norte sobre quienes son responsables"



"La tolerancia no puede hacernos perder el norte sobre quienes son responsables".
Por: Andres Trujillo


Me permito apropiarme de esta frase publicada por mi querido amigo Eduardo Battistini el pasado 8 de abril en su acostumbrado artículo de El Universal, porque encierra el sentimiento que estoy experimentando desde que el pasado viernes se leyera la sentencia de los comisarios Vivas, Forero y Simonovis y de los funcionarios de la PM Arube Pérez Salazar, Julio Rodríguez Salazar, Erasmo Bolívar, Alfonso Zapata, Héctor Rovain, Marcos Hurtado, Neazoa López y Luis Molina Cerrada.

Cuando me preguntan que ha sido lo peor de ser una de las víctimas de los sucesos del 11 de abril de 2002, mi respuesta siempre es la misma, es el terror a no dejar de sentirme víctima por siempre. Ese día, como producto de la intolerancia, recibí un disparo y tuve la penosa experiencia de ver como caían a mi lado seres humanos expulsando vísceras y sangre de sus cuerpos, verlos caer en el asfalto presa del miedo a algunos y ya sin alma a otros ha sido lo más espantoso. Eso lo viví personalmente, no lo vi en un video, no lo vi en una foto, no me lo contaron.

La tolerancia, tan de moda últimamente gracias a Dios, no debe convertirse en el pretexto para excusar a quienes se han servido de sus posiciones para cometer los más aberrantes excesos violentando el derecho que tenemos las personas que habitamos en este país. El juicio que se le siguió a los funcionarios de la PM y a los comisarios, es una muestra de lo desproporcionado y grotesco del accionar del sistema judicial secuestrado por el chavismo. Cuando me hicieron acudir a la sala del Juzgado de Primera Instancia en lo Penal en Maracay, pude constatar como la fiscalía, con la anuencia de la Juez Calderón, se permitió la más balurda e indignante manipulación de pruebas, evidencias y testimonios sobre lo sucedido el 11A en la Avenida Baralt. En lo personal fui sujeto de la más insólita y detestable violación por parte de la Fiscal Haifa Aissami de las declaraciones que brindé como testigo de la Fiscalía en el juicio. Me sorprendió que una joven de rostro dulce y angelical, con un futuro enorme por delante, se atreviera a ponerse en evidencia de una forma tan primaria. No es lo mismo decir "Corran que los van a matar a todos" a decir "Corran que los vamos a matar a todos". Allí están las actas, allí está el video de mi declaración. Mis palabras fueron claras en su totalidad, de nada sirvieron las técnicas de preguntas y repreguntas de la Fiscal Sonia Buznegos cuando me interrogó el pasado 9 de enero de 2008, cuando se dice la verdad no existe la posibilidad de que te obliguen a decir una mentira. Al igual que mi testimonio, se violentaron y tergiversaron pruebas y evidencias.

El pasado jueves 2 de abril de 2009, tuve la oportunidad de decirle personalmente a la Fiscal Aisammi que no estaba dispuesto a permitir lo que lo que ella hizo, manipular mis palabras, sustentando con ello una tesis que no se corresponde con lo sucedido el 11A en la Baralt. No estoy dispuesto a aceptarlo y haré lo que haya que hacer para que esta funcionaria asuma su responsabilidad ante las instancias judiciales nacionales o extranjeras. Igualmente le dije al resto de las víctimas, que a pesar de tener un visión muy distinta de los acontecimientos del 11A, a todos nos une la necesidad de que se haga justicia, pero justicia obtenida sobre la base de mentiras, engaños y manipulaciones no es justicia.

Por último, me permito publicar las dos únicas fotografías que existen de lo que me sucedió el 11A, casi nadie las ha visto antes, yo evito hacerlo por razones obvias, pero cuando les hablo del terror que me da no dejar de sentirme víctima nunca es porque una de las víctimas que acusó a los PM me insinuó que yo era una "víctima montada". Allí está la sangre, aquí están mis cicatrices...

“Queda prohibido tener miedo a tus recuerdos…”

Pablo Neruda