NINGUNA AUTORIDAD POR MÁS PODEROSA QUE SE CREA PUEDE ATENTAR CONTRA TUS DERECHOS UNIVERSALES

martes, abril 07, 2009

Lágrimas por petróleo



Lágrimas por petróleo
Por Gonzalo Himiob Santomé

Muy orondo y circunspecto estaba al lado de Hugo Chávez el Primer Ministro japonés. Satisfecho a más no poder, me imagino, al estar transando muy provechosos negocios a cambio de cómplices silencios. Total, no es el primero ni el último líder mundial que se ha tomado su foto legitimadora al lado de nuestro presidente con la única finalidad de aprovecharse de su mundial “generosidad” haciendo como los tan conocidos monitos del Templo de Toshogu: “no veo, no oigo, no hablo”. Pero “sí cobro”, así como cobran Morales, Correa, Bachelet, la Kirchner, Ortega, los Castro y hasta artistas como Sean Penn, Danny Glover, Kevin Spacey u Oliver Stone; deportistas venidos a menos como Maradona y políticos como Joe Kennedy, que ahora se ocupa de cantar loas –en una costosa campaña publicitaria en los EEUU a favor de CITGO- a sus “amigos venezolanos” que ayudan a los habitantes del “imperio” a sobrellevar sus penurias energéticas. Y de esto también gozan Lula Da Silva en Brasil, y algunos liderazgos europeos, a los que de pronto el sabor del petróleo o de las ganancias fáciles –aunque no dudan en calificarse como “socialistas”, “demócratas”, “ambientalistas” y “humanistas” mientras “saltan” histéricos cuando se producen matanzas de ballenas o de focas y callan ante lo que sufren otros seres humanos- les hacen olvidar el otro sabor, mucho más amargo, de las lágrimas que esta “revolución bonita” va dejando a su paso.

Y es que creo que es momento de empezar a trazar la línea entre lo que es política o económicamente conveniente y lo que es aceptable desde el punto de vista humano. Una cosa es que los gobernantes velen por los destinos de sus gobernados, tratando de cerrar jugosos negocios internacionales de los que se beneficien sus pueblos y otra, muy distinta, es que al hacerlo se olviden convenientemente del destino de la humanidad como conjunto y de lo mucho que se ha tenido que recorrer históricamente para evitar que abusos como los que sufrimos en nuestro país día a día queden impunes. Avalar la legitimidad de desempeño de Chávez sólo porque ello es rentable es inmoral. Subordinar la dignidad humana a los negocios entre los Estados es imperdonable. Es reprochable tanto en Hillary Clinton –que se pasea buscando oportunidades de negocios por China como si en éste país no se ejecutara anualmente a más personas que las que se ejecutan en todos los demás países del mundo juntos- como en todos y cada uno de estos líderes mundiales a los que literalmente “les resbala” –perdóneseme el venezolanismo- que el Gobierno de Hugo Chávez tenga en los últimos 10 años el más alto nivel de denuncias admitidas en la Comisión Interamericana de DDHH por violaciones a los derechos humanos; que se le condene en el sistema interamericano por graves atentados contra prensa libre –incitados por el propio presidente según se expresó en la reciente sentencia de la Corte Interamericana a favor de los comunicadores sociales venezolanos- y que se utilice descaradamente en nuestro país al sistema de justicia no para controlar la campante inseguridad que a todos nos agobia, sino para desarticular a la disidencia o a la oposición política.

En otras palabras, aunque parezca un contrasentido, si algún maniqueísmo es aceptable –y yo diría que es el único aceptable- es el que se relaciona con el respeto a los derechos humanos. O se les valora como esenciales a la más elemental convivencia humana, y en consecuencia se les respeta sin cortapisas y de manera activa se les promueve y defiende o se está del lado de quienes los vulneran sistemáticamente. No hay medias tintas. Sr. Obama, tan bárbaras son las celdas de Guantánamo como las de Ramo Verde o las de la DISIP. Tan grave es la encarcelación y la condena de los representantes de la oposición en Venezuela, sólo porque ello sirve a los intereses del poder, como la persecución desde el Estado en Singapur contra Chee Soon Juan o la tortura de rehenes iraquíes a manos de efectivos militares norteamericanos. Tan inhumanas e incivilizadas son las expresiones de Al Bashir contra la justicia internacional –ahora avaladas por Chávez, que sabe que ha de poner sus bardas en remojo, y que en algún momento se verá expuesto a ella- como las que pregonaban contra los Tribunales de Nuremberg y de Tokio los criminales de la Segunda Guerra Mundial. ¿O se nos olvida que lo mismo que claman ahora Al Bashir y Chávez contra el Tribunal Penal Internacional es, palabras más, palabras menos, lo mismo que decía Slobodan Milosevic contra el Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia?

Es el momento de hacer saber a los líderes mundiales que no vale un barril de petróleo, ni acuerdo comercial alguno, lo que cuesta una sola de las lágrimas que en Venezuela o en otros países derraman los oprimidos por la injusticia o sus familiares. Si de verdad se quiere ser humanista, es más, si de verdad se es socialista –que no sólo de la boca para afuera- no se puede aceptar que las conveniencias económicas nacionales priven sobre las de la humanidad en pleno. Es el momento de reclamarles a éstos líderes y referentes que dejen de observarse sólo en la foto protocolar -que tan prestos están siempre a tomarse junto a Chávez en los eventos en los que silentes avalan nuestras miserias y sus despropósitos- y que empiecen más bien a pensar en cómo se verán sus actos en los espejos de la historia.

Si, en los de la historia que, a diferencia de lo que piensan los inhumanos, no les absolverá de culpa alguna por su ceguera, su sordera o su mudez.

Gonzalo Himiob Santomé