NINGUNA AUTORIDAD POR MÁS PODEROSA QUE SE CREA PUEDE ATENTAR CONTRA TUS DERECHOS UNIVERSALES

lunes, abril 27, 2009

Manual de supervivencia ¡Alto! Ese es el objetivo del régimen: desmoralizar, desmovilizar y desmotivar.



Por María Isabel Párraga B.

Intranquilidad, angustia, incertidumbre, tristeza, rabia, asqueo, hastío, miedo, depresión y por allí se va la larga lista de emociones, estados de ánimo, percepciones y sensaciones de muchos en estas últimas semanas. No es para menos. Después del "cholazo" neo dictatorial post 15 de febrero y esta arremetida contra todos los que piensan diferente muchos se sienten desconcertados y son, como es lógico, presa fácil de cualquier pensamiento negativo sobre el futuro. Pero ¡alto! Ese es precisamente el objetivo del régimen. Desmoralizar, desmovilizar y desmotivar. Básicamente dar la sensación de "plaza tomada" y "que nadie se mueva". Para ello han desarrollado una estrategia en la que el terror se cuela por todos los ámbitos, desde los empleados públicos, quienes piensan dos veces antes de protestar los abusos y los incumplimientos contractuales de quienes se "rumbearon" los reales de todos, pasando por los empresarios asfixiados por el cambio de unas reglas diseñadas para "sacarlos del juego", hasta los máximos dirigentes de la oposición a quienes acusan judicialmente, les quitan poder, los inhabilitan, les desconocen los resultados electorales o los ahogan financieramente en sus jurisdicciones.

Pero ¿qué hacer ante esta situación? ¿Tirar la toalla? ¿Entregarse? ¿Irse? Para quienes decidimos que no hay mejor país que este con o sin Chávez la alternativa no puede ser ni la huida, ni la evasión. Se impone el "sentido de realidad" como lo hemos dicho en otras entregas. Sin embargo, este "tocar piso" también implica mirar "esas otras cosas" que nos ayudan a seguirle "echando pichón". Sí, la realidad política, económica, social y moral está en su momento más oscuro y aunque dicen que nunca está más negro que cuando va a amanecer, pareciera que aún nos toca unas cuantas lunas de esta caída libre. Tanto como el tiempo que tardemos en organizarnos y valorar nuestras propias fortalezas.

No sabemos cuánto nos tomará superar este abismo, pero hay cosas que cuando las inventariamos nos llenan de energía y ánimo para seguir y no estamos hablando sólo de política, o de resistencia civil y democrática (elementos necesarios pero no suficientes), sino de algo tan intangible como los afectos que nos rodean y de cómo debemos asirnos a ellos para tener el fuelle necesario para seguir luchando. Este es (más que nunca) el momento de los amigos, de los allegados, de los vecinos, de los compañeros y, por supuesto, de nuestras familias. ¿Quién viendo los ojos de sus hijos, escuchando sus risas y compartiendo sus sueños puede decir que no hay futuro?

En tiempos de incertidumbre hay que encontrar las certezas en las cosas imprescindibles. Aquellas que como decía Antoine de Sant Exúpery en El Principito: "sólo son visibles a los ojos del corazón".

mariaisabelparraga@gmail.com
Cortesía de: Manuel Inciarte Alamo

ELEMENTOS DE LA INFAMIA DE GUAYANA, “ACCIONISTAS CLASE B”



Por: Eliécer Calzadilla

Si acaso Ciudad Guayana alguna vez fue un laboratorio social, nunca lo ha sido tanto como ahora. Este tal vez sea el mejor tiempo para hurgar a fondo en los sentimientos y sobre todo en el comportamiento de los grupos humanos asentados en la Zona del Hierro. Es posible que unos cuidadosos estudios revelen la enorme fragilidad de las organizaciones sociales y empresariales que hacen vida en estos sitios, y es muy probable que se devele que esa flaqueza tenga su origen en la propia estructura anímica y en los intereses materiales inmediatos de los individuos que las conforman.

Podría ser posible también que esos estudios determinaran que como quiera que el asentamiento de la gente en esta ciudad recién nacida, gestada en el vientre del poder y engendrada por el Estado, tiene orígenes de orden predominantemente económicos -la búsqueda de trabajo y la prosperidad material- sus habitantes sean por tanto excesivamente vulnerables cuando desde el poder abusador se amenazan los empleos y los bolsillos. El gigantismo del Estado en Guayana comporta un descomunal poder del gobierno y una tendencia histórica de los personeros de la CVG y las mal llamadas empresas básicas a las arbitrariedades de todo tipo. Como una paradoja -también digna de estudio- el abuso y la rapiña de los funcionarios no ha generado rebeldía sino sumisión, no ha generado rabia sino silencios. Los diez años de chavismo, al tiempo que han significado la ruina y el saqueo de las empresas y la CVG, han fragmentado y desdibujado totalmente las organizaciones empresariales, sindicales y colegios profesionales. Mientras más abusos desde el poder, más mansos se han puesto los actores sociales de la cortísima historia local de Ciudad Guayana.

Podría aventurarse la hipótesis de que el gobierno ensaya en Ciudad Guayana un modelo de rendición de los factores sociales que no le resultaría difícil trasplantar en el resto del país. La regresión y entrega por parte de los sindicatos de los beneficios laborales conquistados durante años, y la aceptación del pago de una parte de la deuda con la cancelación total de las facturas, por parte de empresarios contratistas y proveedores, están a la vuelta de la esquina. Hay gente negociando la entrega, las conversaciones llevan un par de semanas.

Uno de los casos más emblemáticos de maltrato, abuso y al mismo tiempo sumisión de los agraviados, es el asunto de los trabajadores y ex trabajadores accionistas de Sidor. Por ley, por derecho propio, por trabajo, por haberlas comprado, por un acto del Congreso -a la sazón representante de todo el pueblo de Venezuela-, se dispuso que el 20% de las acciones de Sidor estuvieran en manos de trabajadores y ex trabajadores de la empresa. Por un tonto facilismo verbal y por copiar una nomenclatura estatutaria, los 15 mil trabajadores y ex trabajadores accionistas se denominaron ellos mismos “accionistas clase B”, diluyendo en ese estúpido nombre la verdadera naturaleza y origen de la condición accionaria: trabajadores. (Para explicarlo a prueba de idiotas: no es lo mismo joder a los “accionistas clase B” que joder a los trabajadores accionistas). Muchos de los trabajadores y ex trabajadores accionistas apoyaron la expropiación de las acciones del consorcio extranjero, que por cierto, cuando los hubo, repartió religiosamente los dividendos a los accionistas: gobierno y trabajadores. Muchos “clase B”, gobierneros adulantes, muy de esta ciudad, no sólo creyeron que el chavismo les iba a respetar sus derechos sino que soñaron, borrachos de oportunismo, que los llamarían a dirigir la empresa expropiada; ilusos, ingenuos. Ahora los derechos, los dividendos y la rendición de cuentas, obligatoria, sólo se traducen en burla, silencio y cinismo.

Confieso que este caso de los accionistas “clase B” merece ser estudiado como fenómeno particular. Quince mil individuos que son jefes de familia, cuya influencia se proyecta en un radio inmenso, tienen nada más, de manera intermitente y espasmódica, un reclamo por la prensa que cada vez es más lánguido y triste. Sus voceros se parecen al Ánima Sola. Allí, en esa soledad y en ese silencio de mil miedos, tal vez esté resumido el estrecho y oportunista espíritu de esta ciudad.

Un amigo me preguntó que si yo estaba escribiendo mis últimos artículos con rabia. Le dije que no, que detesto por igual a los tiranos y a los tibios y oportunistas, que intento a diario, por recomendación de Borges, arañar por instantes pedacitos de felicidad, pero que cuando veo que millares de personas de una comunidad supuestamente privilegiada -miles de trabajadores curtidos, técnicos y profesionales- dan tantas muestras de cobardía, tengo que contarlo para que se sepa y para que quede. Es lo mínimo.

P.S. Me cuentan que Minerven es obligada a pagar la nómina de Alcasa. Minerven no paga desde hace siete meses a proveedores y contratistas a pesar de los máximos precios históricos del oro. También me cuentan que los iraníes manejarán el holding del aluminio; las mujeres tendrán que desaparecer hasta de las faenas de limpieza. Ojalá sea mentira.

Cortesía de Alexis Marrero.