Adiós al Miedo

Por: Charito ROJAS

“… Y la verdad es que nosotros no podemos pensar, en estos momentos precisos, en organizar una acción violenta que venga de los cuarteles a la calle, porque la inmensa mayoría de los oficiales afectos a las ideas democráticas han sido dados de baja, o no tienen mando de tropas, o están en la cárcel o el destierro, o traicionados por el tirano. Si no es posible organizar una acción de este tipo (…), no nos queda como posible sino la acción popular de masas, constante, valiente, perseverante. Esa acción debe ser conducida hacia una encrucijada en que ya no sea tolerable por el país la existencia de un régimen de usurpación, y la cólera popular se exprese en forma tan avasallante que ya no puedan detenerla las bayonetas…”. Rómulo Betancourt (1956).

Este estupendo planteamiento del ex Presidente Betancourt fue rescatado por alguien que lo conoció muy de cerca por sus nexos políticos y familiares: la incansable Isa Dobles, quien sin pararle a la cercanía de sus 80 años, está lanzada con valor y toda la fuerza de su indoblegable espíritu a enseñar a las nuevas generaciones que la pelea es peleando. Llegó el momento de la verdad en el cual todos los intereses personales, profesionales, comerciales y ciudadanos están seriamente “tocados” por la garra castrocomunista de un gobierno que cada vez ilegitima más su presencia en el poder, faltándole el respeto a los venezolanos que se niegan a la violación de su democracia y a la extirpación de sus libertades fundamentales.

La firme posición de los periodistas ante el cierre de las emisoras y ante una posible legislación que castigue la opinión en los medios; la lucha arrojada y valerosa de padres y profesores que se han dado cuenta de las verdaderas intenciones de una Ley de Educación copiada de la cubana, que convirtió a los niños de la isla en “pioneritos” al servicio de Fidel, imitadores de un asesino como el Ché; son actitudes que están sacudiendo las bases de esta cómoda sociedad civil que sólo lucha y protesta cuando el daño es personal. Ya se han dado cuenta que muy pronto vienen por ellos: que sus negocios son expropiables, que su terrenito pueden ser invadido impunemente; que le van a quitar su ascendencia sobre la educación de los hijos, que Venezuela ya no es aquel país donde éramos felices y no lo sabíamos, donde las diferencias políticas se discutían en medio de mamaderas de gallo; donde nos reuníamos sin ver y mucho menos mencionar el color de la piel del otro o su ascendencia indígena o africana. Donde teníamos el derecho que nadie discutía de tener bienes propios, de dar a nuestros hijos una educación católica o viajar en vacaciones a Disney sin que nadie nos mirara feo o nos escupiera la palabreja “ípitiyanki!”.

-Cuando se arriesga tanto como estamos arriesgando los venezolanos, el miedo estorba. Cuando se defiende la familia, la libertad, la fe religiosa, la propiedad privada, hay que arrojar el temor a un lado y lanzarse a la defensa de lo queremos, con todo. El sábado pasado vimos la representación de esta Venezuela al borde de un enfrentamiento desgarrador: por una parte una marcha pacífica, multitudinaria, valiente, dispuesta a afrontar lo que fuera con tal de sentar su posición. Por otra parte, una concentración de rojitos, que al ritmo de vallenato, instalaron su tarima mitinesca junto a la Iglesia de San Francisco y al Capitolio. Al frente, un gobierno que otorga derechos sólo a quienes le apoyan, creando un apartheid armado con leyes cortadas a su medida. Un grupo de aprovechados hacen coro y bailan al son que les toque la revolución, siempre que les llenen bien sus bolsillos. Ellos creen que disfrutarán toda su vida de esas mieles. Y las autoridades militares, las policiales, los uniformados que están para proteger a los ciudadanos, agrediéndolos en nombre de una sola persona: el Presidente, que debería serlo de 26 millones de venezolanos y sólo lo es de su grupúsculo.

-Panorama lamentable pero sobre todo peligroso. El Comandante tiene demasiados frentes abiertos y ha perdido últimamente varias batallas: la de Honduras, la de los AT4, la de MERCOSUR. El lenguaje de guerra que ha esgrimido en las últimas tres semanas atemoriza a sus aliados y lo revela cada vez más ante la opinión pública mundial como un ser peligroso y desubicado. El 1 de septiembre partirá en un nuevo viaje a buscar a sus aliados: celebrará los 40 años de la férrea dictadura del libio Ghadafy, apoyará al muy nuclear Ahmadinejad, abrazará al bielorruso, único dictador que queda en Europa y comprará mas armamento a Rusia, para irritar a su odiado imperio gringo.

-Pero su verdadera guerra no es internacional, la que él busca para distraer la atención de la crisis gravísima de Venezuela. Aquí es su frente de batalla y en la primera línea están madres furiosas, profesores desplazados, periodistas agredidos, empresarios expropiados, ganaderos y hacendados invadidos. Hasta el gran poder de Dios estará protegiendo a su Iglesia en esta confrontación que ya se avizora como final. El tendrá a su lado, por ahora, a su estado mayor: Cilia, Luisa, la otra Luisa, Maduro, Rodríguez, Lina, Alí, Diosdado, Jesse y unos cuantos soldados de verdadero corazón rojo. Estos son los únicos que estarán allí hasta el final porque los pesos pesados huirán con sus alforjas cuando se derrumbe la primera barricada. Esa que ya está tambaleante. Por eso cunde el pánico. Finalmente están entendiendo que este planeta (que lo diga Saddam Husseim), no tiene suficientes madrigueras para esconderlos a todos.

Cortesía de: Antonio Palma.