miércoles, octubre 28, 2009
¿Quieren Candidatos De Unidad?
Por Alberto Franceschi .
Siempre he pensado y lo sostengo, que el sistema electoral venezolano en manos de Chávez, es asquerosamente fraudulento. Me basta para afirmarlo con el hecho monumentalmente visible y comprobado, que el CNE, el poder electoral, como los otros por demás, es solo un anexo al PSUV.
Pero hay 6-8 millones de compatriotas que querrán votar contra los candidatos del gobierno. Y desde ya los electoreros de oficio abandonan las luchas para dedicarse a las intrigas propias de la competencia caníbal, sobre preeminencias y ventajas, que con justicia o no reclama cada sector y/o componente de la variopinta oposición.
Esa pugna está por ahora disfrazada tras las banderías de cuál debe ser metodología de selección nutrida con descalificaciones a granel sobre los otros aspirantes etc.
Yo no andaré en campaña para desacreditar a los que se preparan para elecciones y desde ya quieren sumar adeptos. Aclaro sí, ante quienes actúan o les creen de buena fe, que no lo hago para evitar poner en entredicho su inteligencia y su ingenuidad supina, montada sobre falsas esperanzas de paz y de un mejor futuro, a pesar Chávez, pretendiendo como finalidad inmediata aspirar a coexistir como partidarios de la cohabitación con este régimen. En cuanto a los cínicos, aliados subrepticios del gobierno, esos se descalifican solos.
Sé que es un contrasentido mayúsculo que acepte que la gente mayoritariamente quiera participar en esa fabula optimista, lo que ocurre es que no tengo vocación de cruzado templario contra esas ilusiones electorales, me conformo con verlas críticamente y sin ninguna ilusión sobre sus consecuencias…
Asumo entonces que nuestra gente haga su experiencia, que se vuelvan a decepcionar, que sabaneitor vuelva a montar su fraude, que incluso ganándole al gobierno éste logre hacer perder a todos con alguna tramoya pestilente de última hora, o apenas vea que el triunfo no le favorece, como ocurrió otras veces y con particular cinismo cuando la derrota de su Reforma Constitucional.
La profesora Marta Colomina, a quien considero una mujer capaz y muy valiente, a pesar de que yo no sea santo de su devoción, ha escrito que entre “Cogollos, Divos y Asomaos” se pelean porque un sector quiere cogerse 45 candidaturas, dejándole al otro gran segmento solo 10.
Y si bien yo puedo admitir equivocaciones, incluso serias, en los pronósticos políticos, de lo que si estoy FISICAMENTE SEGURO, es del dominio de las matemáticas elementales de segundo y tercer grado de primaria y sé entonces que eso corresponde a los números de la cuota que dijo Chávez que le dejaría de su Asamblea de las brujas y eunucos políticos, a participantes de la oposición, cogiéndose para el PSUV los otros dos tercios.
¿Quién explica estos desaguisados y los aliños particulares de esta pelea de bandos opositores y sobre estas aspiraciones a satisfacer o no, según sea la “cercanía” a los que deciden?
Mi propuesta es sencilla y vuelvo a plantearla con tiempo suficiente, aunque no me pararon para las elecciones de Alcaldes y Gobernadores.
LOS CANDIDATOS A DIPUTADOS DEBEN SER LOS PRESOS POLITICOS, civiles y militares, o ya excarcelados de alta estatura moral como el general Francisco Usón, para colocar solo un nombre de los muchos que reúnen este requisito.
Los candidatos deben ser líderes atropellados, vejados, calumniados por el gobierno, o las esposas de quienes el gobierno les haya quitado despóticamente sus derechos políticos, dirigentes políticos exiliados a los que aún pueda hacérseles valer derecho a postularse, Gente del Petróleo en exilio económico, líderes sindicales desconocidos por los atropellos a los gremios desafectos al gobierno, periodistas aguerridos no los babosos, y hasta sacerdotes y pastores, vilipendiados o arrinconados por régimen, que tengan voluntad de participación en la política activa, etc., etc.
Por esos candidatos votaríamos incluso los que creemos, sin margen de dudas, que esas elecciones ya está montadas como fraudulentas, para asignarse de antemano dos tercios para los incondicionales a esta piltrafa de régimen.
Esas candidaturas de víctimas directas del gobierno nadie puede cuestionarlas. Muchos trabajaríamos por ellas, con alta moral y convicción de que hacemos parte de una causa noble, solidaria y políticamente contundente contra el gobierno chavista.
Se los arrancaríamos de las cárceles y de los juicios o procesos infames de ese poder judicial subalterno de Chávez, contra inocentes ciudadanos.
Nadie mejor que la esposa, un hijo o mejor hija de un proscrito que no pueda ser candidato, para dar la pelea diaria por su libertad. Si el preso no pudiera ser candidato que escoja él quien puede representarlo en esa curul, empezando por alguien su familia.
Serían candidatos que generarían hasta repercusión internacional, sus nombres serían populares en EEUU, América latina y España y aquí muchísimos colaborarían para sostenerles financieramente con esa publicidad distinta, porque son candidatos de la causa de la libertad, gente que sufre las consecuencias de sus luchas contra este gobierno de carceleros, corruptos y malandros.
¿QUIEREN UNIDAD, QUIEREN QUE TODOS HAGAMOS CAMPAÑA Y HASTA QUE VOTEMOS?, PUES BIEN, ENTONCES ESTOS DEBEN SER LOS CANDIDATOS.
La calidad de militante de oposición se gana con un mínimo de coherencia entre lo que se piensa contra el régimen y lo que estamos dispuestos a hacer.
Los presos políticos y gremiales, candidatos a la asamblea nacional, es una bandera irrenunciable para todo demócrata sincero.
Ese es el camino más seguro a la unidad, no el de las cuotas según poder mediático, de billete o de aparatos y maquinarias clientelares.
Cambien ese desacreditado estilo de hacer oposición al gobierno. Dos tercios de quienes nos oponemos a este despotismo no creemos sino en contados dirigentes opositores.
No pierdan la oportunidad de defender una propuesta que nos una a todos. Esta es quizá la única manera de vernos frente a frente con el régimen, de forma altiva defendiendo nuestros presos y denunciando los crímenes, atropellos y vergüenzas del déspota y sus alabarderos.
Cortesía de Antonio Palma y publicado en ND
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