NINGUNA AUTORIDAD POR MÁS PODEROSA QUE SE CREA PUEDE ATENTAR CONTRA TUS DERECHOS UNIVERSALES

lunes, abril 27, 2009

ELEMENTOS DE LA INFAMIA DE GUAYANA, “ACCIONISTAS CLASE B”



Por: Eliécer Calzadilla

Si acaso Ciudad Guayana alguna vez fue un laboratorio social, nunca lo ha sido tanto como ahora. Este tal vez sea el mejor tiempo para hurgar a fondo en los sentimientos y sobre todo en el comportamiento de los grupos humanos asentados en la Zona del Hierro. Es posible que unos cuidadosos estudios revelen la enorme fragilidad de las organizaciones sociales y empresariales que hacen vida en estos sitios, y es muy probable que se devele que esa flaqueza tenga su origen en la propia estructura anímica y en los intereses materiales inmediatos de los individuos que las conforman.

Podría ser posible también que esos estudios determinaran que como quiera que el asentamiento de la gente en esta ciudad recién nacida, gestada en el vientre del poder y engendrada por el Estado, tiene orígenes de orden predominantemente económicos -la búsqueda de trabajo y la prosperidad material- sus habitantes sean por tanto excesivamente vulnerables cuando desde el poder abusador se amenazan los empleos y los bolsillos. El gigantismo del Estado en Guayana comporta un descomunal poder del gobierno y una tendencia histórica de los personeros de la CVG y las mal llamadas empresas básicas a las arbitrariedades de todo tipo. Como una paradoja -también digna de estudio- el abuso y la rapiña de los funcionarios no ha generado rebeldía sino sumisión, no ha generado rabia sino silencios. Los diez años de chavismo, al tiempo que han significado la ruina y el saqueo de las empresas y la CVG, han fragmentado y desdibujado totalmente las organizaciones empresariales, sindicales y colegios profesionales. Mientras más abusos desde el poder, más mansos se han puesto los actores sociales de la cortísima historia local de Ciudad Guayana.

Podría aventurarse la hipótesis de que el gobierno ensaya en Ciudad Guayana un modelo de rendición de los factores sociales que no le resultaría difícil trasplantar en el resto del país. La regresión y entrega por parte de los sindicatos de los beneficios laborales conquistados durante años, y la aceptación del pago de una parte de la deuda con la cancelación total de las facturas, por parte de empresarios contratistas y proveedores, están a la vuelta de la esquina. Hay gente negociando la entrega, las conversaciones llevan un par de semanas.

Uno de los casos más emblemáticos de maltrato, abuso y al mismo tiempo sumisión de los agraviados, es el asunto de los trabajadores y ex trabajadores accionistas de Sidor. Por ley, por derecho propio, por trabajo, por haberlas comprado, por un acto del Congreso -a la sazón representante de todo el pueblo de Venezuela-, se dispuso que el 20% de las acciones de Sidor estuvieran en manos de trabajadores y ex trabajadores de la empresa. Por un tonto facilismo verbal y por copiar una nomenclatura estatutaria, los 15 mil trabajadores y ex trabajadores accionistas se denominaron ellos mismos “accionistas clase B”, diluyendo en ese estúpido nombre la verdadera naturaleza y origen de la condición accionaria: trabajadores. (Para explicarlo a prueba de idiotas: no es lo mismo joder a los “accionistas clase B” que joder a los trabajadores accionistas). Muchos de los trabajadores y ex trabajadores accionistas apoyaron la expropiación de las acciones del consorcio extranjero, que por cierto, cuando los hubo, repartió religiosamente los dividendos a los accionistas: gobierno y trabajadores. Muchos “clase B”, gobierneros adulantes, muy de esta ciudad, no sólo creyeron que el chavismo les iba a respetar sus derechos sino que soñaron, borrachos de oportunismo, que los llamarían a dirigir la empresa expropiada; ilusos, ingenuos. Ahora los derechos, los dividendos y la rendición de cuentas, obligatoria, sólo se traducen en burla, silencio y cinismo.

Confieso que este caso de los accionistas “clase B” merece ser estudiado como fenómeno particular. Quince mil individuos que son jefes de familia, cuya influencia se proyecta en un radio inmenso, tienen nada más, de manera intermitente y espasmódica, un reclamo por la prensa que cada vez es más lánguido y triste. Sus voceros se parecen al Ánima Sola. Allí, en esa soledad y en ese silencio de mil miedos, tal vez esté resumido el estrecho y oportunista espíritu de esta ciudad.

Un amigo me preguntó que si yo estaba escribiendo mis últimos artículos con rabia. Le dije que no, que detesto por igual a los tiranos y a los tibios y oportunistas, que intento a diario, por recomendación de Borges, arañar por instantes pedacitos de felicidad, pero que cuando veo que millares de personas de una comunidad supuestamente privilegiada -miles de trabajadores curtidos, técnicos y profesionales- dan tantas muestras de cobardía, tengo que contarlo para que se sepa y para que quede. Es lo mínimo.

P.S. Me cuentan que Minerven es obligada a pagar la nómina de Alcasa. Minerven no paga desde hace siete meses a proveedores y contratistas a pesar de los máximos precios históricos del oro. También me cuentan que los iraníes manejarán el holding del aluminio; las mujeres tendrán que desaparecer hasta de las faenas de limpieza. Ojalá sea mentira.

Cortesía de Alexis Marrero.

No hay comentarios.: