NINGUNA AUTORIDAD POR MÁS PODEROSA QUE SE CREA PUEDE ATENTAR CONTRA TUS DERECHOS UNIVERSALES

martes, octubre 20, 2009

La Dimensión Política


Por: Cesar Perez Vivas

Es conveniente distinguir la política y lo político. Lo político lo entendemos como la dimensión de poder explícito y del ejercicio de ese poder, la política la entendemos como el arte (o la ciencia instrumental) de organizar y dar orden a ese poder para ello debe comprenderse lo que es permanente y transitorio en lo político. “Lo propio y específico de la política es lo político cuyo dominio está determinado por lo público, el cual se caracteriza por la distinción entre amigo y enemigo, pero este enemigo no es el enemigo privado (inimicus) sino el enemigo público (hostis) el que me hostiga o impugna” . En consecuencia en lo político surge el conflicto por el ejercicio del poder, el conflicto puede ser de tipo existencial, donde la supervivencia de un grupo depende de la ausencia del otro, o discurrir en un tipo de conflicto agonal; donde la existencia de uno no implica la eliminación del otro.

La responsabilidad del hombre frente a la realidad y en particular, frente a la realidad política, pone en juego las exigencias que el “corazón” expresa. Al poner en juego esta responsabilidad frente a los valores choca con la realidad del poder, entendida como la fuerza y energía organizada para alcanzar los objetivos. Frente al poder se presentan dos dinámicas posibles, una que mueve la voluntad para el desarrollo y servicio del hombre y la otra que reduce la realidad humana a los objetivos del poder. En este último caso al Estado, a la comuna, al partido o a la organización, que se considera fuente y fin de todo derecho.

Como bien lo señala Giussani (LG, 2001, 152), “Si el poder mira sólo a sus propios objetivos, necesita entonces tratar de gobernar los deseos del hombre”, es decir su libertad. En este caso el poder sólo buscar asegurar su existencia y permanencia en la medida que reduce el ámbito de libertad de la realidad humana. Esta reducción es mayor en cuanto reduce la diferencia, la diversidad en definitiva el pluralismo y coarta todo mecanismo que permita que esta diversidad sea expresada en igualdad competitiva en oportunidades, sin ventajas para unos u otros en un proceso limpio, transparente, con reglas claras y estables, por lo tanto legitimo desde la fuente.

De lo señalado surge la dialéctica de la legitimidad del poder; de su origen y permanencia, “un gobernante justifica su poder no sólo por la perfección de su título de mando, sino también por la rectitud con que ejerce el mismo” (Ponsati, 1988, 25). La legitimidad del mando para el gobernante requiere dos elementos para ser obedecido primero es la legitimidad del origen del mando y en segundo lugar, la legitimidad del ejercicio del mando luego de ser obtenido este. En cuanto al origen, la historia ha mostrado al menos más de dos fuentes de legitimidad: una que parte de la “herencia” (feudalismo, tiranías) y la costumbre que atribuye el derecho a mandar a quien sucedía hereditariamente a un ascendiente provisto de esa facultad, la del carisma del “profeta” o del guerrero quien conquista el poder con la anuencia de sus seguidores y con la pasividad de sus opositores, y, por último, la otra basada en la elección del pueblo, en la que se fundamenta la democracia. Las democracias se caracterizan como formas de gobierno producto de elecciones libres y secretas a las que concurren los partidos políticos, fundamentadas en una constitución, en los derechos humanos y en la independencia de los poderes públicos . La democracia es una forma política y no social de organización.

En este sentido, la democracia la podemos entender como un gobierno de la mayoría (mayoría de quienes votan) que respetan el derecho de las minorías (de quienes votan o no votan) y manejan las diferencias, el hecho simple de tener una mayoría relativa o absoluta, no implica el desconocimiento de los derechos humanos y de las libertades civiles que posen quienes circunstancialmente no cuentan con una mayoría relativa en un proceso electivo.

Una práctica de gobierno que permanentemente niega los derechos de las minorías imponiendo leyes injustas, que por ser ley no dejan de ser injustas, conlleva a la larga la pérdida de su legitimidad por cuanto se convierte en un régimen opresor y para mantener su opresión se afinca cada vez más en la injusticia por el temor de la rebelión y las conspiraciones, esta paranoia termina asfixiando a sus propios aliados y llenando de odio y temor al pueblo. Hasta el punto en que el odio puede ser mayor que el miedo mismo. La historia humana está llena de ejemplos de este tipo. La reacción del pueblo venezolano en particular ante la caída del gobierno del Benemérito y el vuelo de la “vaca sagrada” son dos ejemplos recientes de la historia del siglo XX.

Douglas Coromoto Ramírez Vera.
Mérida, octubre de 2009
dramirez@ula.ve .

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