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miércoles, febrero 06, 2013

¿Vamos a revivir los odios de la lucha armada?

Por: Antonio Ecarri Bolívar

Alguien en su sano juicio ¿podrá entender el empeño del “dúo dinámico”, Maduro-Diosdado, en fomentar la crispación, entre venezolanos, en momentos cuando comienzan a tratar de dirigir este barco sin timón ni timonel? Empezaron por insultar a los diputados opositores, ahora quieren enjuiciarlos y, como si fuera poco, pretenden destapan la olla de grillos de la época guerrillera haciendo un acto en el parlamento en homenaje a un estudiante muerto en la época de la lucha armada.

Para seguir la onda de las preguntas sin respuestas: ¿Qué pensarán los capitostes de este régimen, organizadores de ese homenaje póstumo, si los demócratas hacemos un acto similar en solidaridad con los familiares de los cadetes de la Guardia Nacional asesinados por guerrilleros urbanos en el tristemente célebre paseo del Tren de El Encanto? Para quienes no lo saben y para quienes no lo recuerdan o se hacen los locos por avispados, voy a transcribir cómo narra este evento un hombre que dirigía las guerrillas de la época, pero que estuvo en contra de esa masacre, Héctor Pérez Marcano Presidente del MIR y quien más adelante invadió Venezuela junto a cubanos por Machurucuto:

“Para rematar nuestra retahíla de errores, viene luego ese espantoso crimen, cuyo único responsable es Guillermo García Ponce- como Teodoro no ha cesado de señalarlo, así el culpable en un gesto muy condenable no se haya pronunciado hasta hoy (esto fue dicho cuando García vivía, por supuesto)- del malhadado Tren de El Encanto. Se trató de un asalto armado a un tren turístico realizado el domingo 29 de septiembre de 1963.Allí se asesina a siete guardias nacionales en una operación absurda…(…) era un tren que transportaba niños con sus familias para un sitio de recreo y existía el evidente peligro de que la operación no se cumpliera “limpiamente” (…), pero García Ponce, secretario militar del PCV, decidió unilateralmente, en contra de la dirección y dio instrucciones a sus UTC de llevar adelante esa operación sin importar el precio. (…) los guardias no se dejaron sorprender, se prendió una balacera y ya sabemos el resultado y las desastrosas consecuencias políticas”.  

            Si el empeño en revivir, estúpida como absurdamente, esa época es con el deliberado propósito de hacer caer a la oposición democrática en una provocación, para desviar nuestra ruta electoral y pacífica, pierde miserablemente su tiempo el gobiernito del “dúo dinámico”, porque de este lado del espectro político puede que haya algún que otro ingenuo tremendista, pero la dirección experimentada, equilibrada y consciente de la alternativa democrática jamás morderá ese anzuelo “caza bobos”.

            Lo que sí suscribimos, los demócratas de toda Venezuela, es el análisis corajudo de un verdadero heredero del dolor de esa época: Fabrico Ojeda Díaz, hijo del famoso líder guerrillero de los años 60 en Venezuela: “No podemos pasar toda la vida enfrentándonos por lo que sucedió en los años 60. Si alguna enseñanza nos debe quedar de estas últimas cinco décadas y media, es que ningún país avanza si una mitad busca dominar a la otra, si cada quien anda por su lado despotricando o persiguiendo al adversario, apostando sólo a intereses particulares o colectivos sectarios”.

Esas reflexiones del hijo de un hombre que murió luchando por sus ideales, razonables o no, tiene un valor extraordinario y ya lo decía, quien esto escribe, en la oportunidad cuando la fracción chavista en la Asamblea Nacional impulsó una “Ley” para juzgar los “crímenes” cometidos en aquella época remota, pero desde la perspectiva de uno solo de los lados de la feroz y sangrienta contienda de los años de la lucha armada en Venezuela. Dije que eso no tenía ningún sentido, porque los que verdaderamente pelearon en esa época, de lado y lado, después del proceso de pacificación lanzaron un manto de olvido y perdón, bilateral, como debe ser.

La última parte de la carta de Fabricio Ojeda Díaz es quizás, o sin quizá, lo más trascendente, pues culmina diciendo: “La única manera de progresar es trabajando todos, sin distinciones, egoísmos, Mesías o caudillos, sin imposiciones, dejando de lado los antagonismos políticos para construir como hermanos una Venezuela mejor”.

Fabricio Ojeda, haya muerto por mano propia o asesinado en mala hora por unos sicarios malvivientes, estaría hoy orgulloso de tener un hijo que no guarda rencores sino sentimientos de amor por sus compatriotas. Mientras que el “dúo dinámico” simples beneficiarios de la “Cuarta”, sin dolor a sus espaldas sino privilegios, no podrán ponernos a pelear mientras haya en Venezuela gente de la calidad humana de Fabricio Ojeda.

Venezuela no se perderá con hombres que se empinan sobre odios y pequeñas miserias para otear un futuro brillante para los hijos de Bolívar, que por cierto... ¡somos todos!

aecarrib@gmail.com

@aecarribolivar

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