Por: Jesús Antonio Petit Da Costa
(publicado en La Razón, el domingo 12 de diciembre de 2010 )
Tanto a los damnificados como a todos los sin techo propio se les puede dar vivienda o repararles la afectada por el desastre, invirtiendo para ello el dinero que se le regala a Cuba y a los demás países chulos que sostiene El Tirano, a costa de los pobres venezolanos.
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Si yo fuese el Presidente de la República desde 1999 hubiese aprendido de la tragedia de Vargas para no repetir errores. La lección está resumida en estas palabras: “La ocurrencia de desastres en el país comporta grandes pérdidas de vidas humanas y recursos materiales por la insuficiente preparación de la población, en términos de autoprotección, para defender en la medida de lo posible su propia vida y pertenencias esenciales. Así mismo, se advierte la frecuente descoordinación de los diversos órganos que intervienen en el momento de acaecer el desastre, lo cual más que constituir una colaboración vital, se transforma en situaciones de confusión y hasta de conflicto interinstitucional.” Esto se dijo hace nueve años en la exposición de motivos de la Ley de la Organización Nacional de Protección Civil y Administración de Desastres, dictada mediante decreto-ley por El Tirano. El solo hecho de que estas fallas subsistan, a pesar de haber decretado El Tirano mismo una ley para subsanarlas, bastaría para destituirlo por ineptitud en el desempeño del cargo si en lugar de comunismo tuviésemos democracia. Conclusión: El Tirano es responsable de no haber preparado a la población para enfrentar el desastre y sobre todo de haber provocado la descoordinación institucional en la atención de las víctimas y reparación de los daños, al rechazar la cooperación de alcaldes y gobernadores por sectarismo político. En democracia esto no hubiese ocurrido.
¿Cómo hubiese preparado yo a la gente para evitar las pérdidas humanas? Haciendo lo que debió haber hecho El Tirano en acatamiento de su propia ley. En efecto la Ley de Tierras Urbanas dispone: “En las tierras urbanas calificadas de alto riesgo, por las autoridades competentes, no se podrá construir edificación alguna” (Art. 13). El Tirano debió impedirlo en las ciudades. No lo hizo por demagogia. Entonces los muertos por esta causa son suyos. Todos esos niños muertos porque se les vino un cerro o una vivienda encima, se les cargan a su cuenta. Su culpa es mayor por no haber cumplido lo que ordena su propia ley: “El Ejecutivo Nacional, ante la presunción o inminencia de desastres en terrenos urbanos de alto riesgo, declarará la zona en emergencia y de ser el caso, ordenará mediante acto administrativo motivado, el desalojo del área afectada y la demolición de las construcciones para evitar el riesgo de pérdidas humanas.” No actuó ante la inminencia del desastre, sino cuando ya el desastre se había producido. Eso de que le duele la suerte de los pobres es impostura. Si le doliera no habría permitido que su vida corriese riesgo habitando viviendas expuestas a derrumbarse por estar construidas en zonas de alto riesgo.
Advirtamos que no ha pasado un huracán, ni siquiera una tormenta tropical, gracias a Dios, ya que entonces medio país habría perecido. Todos los ranchos de Caracas, por ejemplo, se habrían venido abajo arrastrados por el agua y el lodo. Pero si bien no estamos en la ruta de huracanes, sí nos encontramos en una zona sísmica. ¿Qué consecuencias tendría un terremoto como el de 1967 en las zonas de alto riesgo, que son casi todos los cerros donde están los barrios pobres? Un gobierno que realmente se preocupe por la suerte de los habitantes de esos barrios debería trasladarlos a viviendas dignas en sitios seguros. Ello requiere una inversión muy alta, desde luego.
Si yo fuese Presidente de la República aprovecharía la advertencia que la Naturaleza nos ha hecho con las inundaciones y daría prioridad absoluta a un programa de viviendas. Adelanto que, para darle casa a los venezolanos pobres, no le daría más regalos a Cuba, incluyendo los 100.000 barriles diarios de regalo (se calcula el total de los regalos en 6.000 millones de dólares anuales que multiplicados por 8,5 da 51 mil millones de bolívares); no regalaría más dinero a Nicaragua, Bolivia y Ecuador; y cortaría los subsidios que se dan por medio de Petro-Caribe. Todo esto lo invertiría en viviendas para los damnificados y para todos los pobres.
Con lo que El Tirano le regala a Cuba y demás países chulos habría dinero suficiente para que los damnificados y todos los sin techo propio tengan una vivienda digna en un lugar seguro. Y para reparar las viviendas dañadas. Movilicemos a estos colectivos para que demanden que se haga esto. .
miércoles, diciembre 15, 2010
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